La Marea del Odio.

La marea del odio


    Así como el agua del mar toma impulso y se aleja de la costa al tiempo que en parte hunde sus dedos espumosos del ruedo de su falda intentando tocar el fondo; algo muy fuerte y extrañamente lejano la empuja por toda su espalda y le devuelve su presencia en la orilla.
Y es el mar sometido al influjo de la Luna que mueve su energía; es el contraste de fuerzas, es el dominio inexplicable que adapta la forma de las aguas salobres a los vericuetos de las diversas costas.
Y nada es adverso porque todo fluye acorde a un ritmo inusitado, cuando la fuerza  de pronto está allí, surge y arremete sobre todo lo que parecía inamovible.
La marea recibe las coordenadas que establece la Luna y todas las aguas se mecen con ella; porque la vida  está en el agua incluso en las rocas que emergen más allá de su nivel y hasta el parir de todo lo que nace tiene el toque de Selena.
Llevamos en nosotros el agua de la Vida y con ella los mismos dispositivos que tiene la Naturaleza toda para corresponder con lo emotivo de esta increíble energía satelital que orbita en lo externo de la Tierra así como ocurre con toda la experiencia humana  de cada persona con la que nos relacionamos y que transita en nuestra periferia física.  No es extraño entonces que ese mar interno que todos tenemos reciba el impulso de moverse en una u otra dirección, entrando o sacando emociones que sólo pueden estar hechas de la esencia que cultivamos en ese océano propio.
Cuando no nos conocemos lo suficiente o apenas comenzamos a interesarnos por ello, es probable que nos resulte difícil dilucidar las causas por las que quienes reciben oleadas de Amor, devuelvan Odio en el retorno de sus mareas porque tiene que ver –precisamente- con el desconocimiento (cercano a la total ignorancia) del sí mismo.
Cuando la Gratitud no está presente en el individuo éste sólo se convierte en el remanente de lo que produce a diario en su decir, en su hacer y desde luego, en su pensar ya que –por mucho que lo intente- no serán sus celos, su envidia, su rencor, su impotencia o su dolor por no conocerse mejor quienes destruyan las orillas del mar de ese otro continente que los recibe, porque no existe esa otredad sino el espejo de nosotros mismos.
Para mover el mar es necesaria la docilidad del agua resultando que el Odio (resumen de no amarse a sí mismo) es la compresión de todas las partículas de una bestial energía que hace del propio mar interior un espeso pantano que se devora a sí mismo en el interior de su fosa marina.
Amar es Vida. Agradecer es Amar.
Amo y agradezco como Amiga, Madre, Hija, Compañera, Maestra y Discípula; aún cuando vivimos en un mar revuelto de emociones unos con otros, olvidados de que todos somos humanos bajo el influjo de la misma Luna.  
Con Amor y Gratitud,
Graciela Khristael




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