Frustración.
MÁSCARAS DE LA FRUSTRACIÓN
Considerando que desde bebés vamos acumulando memorias de fracasos por los innumerables intentos de alcanzar pequeñas metas al inicio de la vida y quizá utópicas expectativas de adultos; es sencillo deducir que en alguna parte de la mente se atesoran tales experiencias.
Sin las fallas es poco probable que lleguemos a descubrir el camino de los aciertos aunque el problema que trae la acumulación de estos datos radica en la emoción que se adjunta como parte del recuerdo, al punto de identificar muchos de los resultados negativos con duras sentencias de ineptitud alguna vez recibidas.
Las emociones asociadas con las experiencias personales da diferentes resultados conductuales porque para algunos el significado de muchos intentos hasta lograr un objetivo puede resumir resistencia, tesón, disciplina; en tanto que para alguien señalado por su pasado, su familia o el entorno en general como alguien con pocas condiciones puede sintetizar a una persona que saborea la frustración, que no es otra cosa que la ruptura de la paz interior.
Una vez que su semilla germina en el corazón gesta sus raíces que se introducen en todos los órganos del cuerpo para tener fortaleza y crece como un poder con vida propia hasta alcanzar con incontables ramas el cielo de la mente.
La frustración es alimentada por un sol falso simbolizado por la energía que irradia todo aquello que parece provocar el nacimiento de sus frutos: ira, desprecio, violencia, odio, envidia, celos, miedo y hasta sometimiento; en tanto el rocío cotidiano para que mantener el terreno fértil procede del veneno que genera cada pensamiento destructivo mientras recorre silenciosamente todos los líquidos de nuestro cuerpo.
La frustración tiene disfraces propios para no revelar su identidad porque nadie quiere quedar en evidencia de sus propios dolores; así es como el pobre odia al rico, el rico envidia al poderoso, el inseguro desconfía de su entorno, el miedoso desprecia al que sigue sus intentos, el pendular siente ira hacia quien encuentra su equilibrio, quien se siente feo intenta destruir lo bello, quien ancló en la pereza detesta a quienes realizan cambios en sí mismos; el subordinado anhela que todos estén sometidos y el que no ha podido con su guerra interna querrá ver a todo el mundo infeliz.
Las máscaras de la frustración están hechas de emociones que sintetizan en milésimas de segundo un mensaje grabado por cada dictamen recibido alguna vez, directa o indirectamente: -¡Inútil!, ¡Esto no es para vos!, ¡No te merecés esto!, ¡El pobre nació para servir!, ¡No sos capaz de cosas grandes!; ¡Te vivís cayendo!, ¡Te falta inteligencia!, ¡Linda es ella o la de más allá!, ¡Por tu culpa!, ¡Tenés lo que te merecés!, ¡No servís ni para el juego!, ¡Siempre dejando que hagan lo que quieren con vos!, ¡La cuestión es llegar!, ¡No tenés coraje!, ¡Hay que hacer algo con tanta injusticia, pero vos no servís para nada!, sin descartar la lista de frases que cada quien podría agregar aquí.
Cada mensaje se unió a un aroma, sonido, temperatura ambiental, colores, imágenes de personas, gestos y sensaciones fisiológicas por lo que el recuerdo de la frustración suele emerger de manera incontrolable impidiendo a la persona que vibra en la sintonía de sus emociones afines, recuperar rápidamente el punto central de un corazón en paz porque ya perdió esa coordenada en el pasado.
Para actualizar un futuro correcto es necesario darse cuenta del proceso que se está viviendo, eso que podemos asociar con despertar y es comprensible la dificultad de ello porque es como nadar por debajo de la superficie y pretender distinguir la diferencia entre mojado o seco; ya que eso sólo puede hacerse cuando se está fuera del agua.
Entre tanto, quizá una tarea que podemos compartir como especie es la de revisar a solas, en diálogos con nosotros mismos pero de manera absolutamente honesta, la causa real del por qué tenemos tal o cual emoción o sentimiento hacia personas y hechos; ya que será la mejor llave para ir hasta ese huerto en el que la frustración se hizo perenne y sacarla de raíz simplemente con un acto heroico, como lo es el de asumir que antes que intentar modificar todo ese mundo que aceptamos como una provocación, tenemos que hacer algo con ese universo interior que nos pertenece y que vive constantemente contaminado por un sistema de pensamientos destructivos.
La frustración dejará de ser una planta estéril al recibir en su seno la flor de la transformación que no es cuestión de poemas ni frases bellas sino de certezas, ya que somos Armonía en instrumentos desafinados que necesita la calma de la mente para que la escuchemos de manera justa y perfecta.
Graciela González.
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La frustración es la punta del ovillo de una gran madeja de hilo que conduce al nudo de los conflictos principales. |
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