Caminante...

Caminante, no hay camino…

Ayer hubo una cálida reunión de gente amiga en casa.
Desde hace muchos años, este es un sitio de encuentros y la posibilidad de que algunos puedan también elegir el desencuentro, ¡Desde luego!, producto de la libre decisión que conduce a ello, tan educativo como liberador.
Lo cierto es que la mayoría de los visitantes suele retornar. Vuelven para compartir unos mates (infusión de estas tierras), un café o alguna comida siempre improvisada y excusa para prolongar las charlas, algo así como una suerte de “satsang criollo” (algunos ya traen la cena).
Son de esos diálogos en los que germinan las semillas de las inquietudes que tenemos como humanos, repitiéndose con cada experiencia histórica para que todos tengamos siempre la oportunidad de hallar las propias respuestas.
Todo comienza como visita de amigos pero siempre transitamos el sendero del intento de la comprensión de quiénes somos, para qué hemos venido, incluso para auto-indagar acerca de las causas de los diversos síntomas emocionales en presencia de tantos desafíos de la vida cotidiana.
Quizá parte del secreto radique en desviar la mirada puesta sobre personajes histriónicos, canalizadores, experimentadores de situaciones dramáticas en sus vidas, devotos de organizaciones, seguidores de personas o facetas que hacen al sello “trademark”, hacia la posibilidad de asimilar que se puede hacer un camino sin pasiones masivas, sin convertirnos en la propia paradoja, sin depender una vez que hemos crecido, sin apegarnos a los sueños que distraen sino más bien intentando despertar de ellos cada quien a su ritmo según estimo y esto no implica más que mi parecer.
Conversábamos sobre la violencia que encuentra en la propia generalidad de las personas sus mayores promotores, porque en tanto se aborrece al violento, a la vez se solicitan públicamente castigos mayores que sus crímenes y siempre acompaña el pedido una descarga de insultos que pareciera resumir que en realidad ellos mismos son muy violentos y están necesitando una excusa que justifique la liberación de todo el odio que han indo acumulando en la vida. Un “vuelo de Águila” metafórico sobre tales situaciones, podría ayudar a ver la totalidad de este aspecto sociológico en el que quizá no se esté reparando a nivel individual como si se tratase de un espejo empañado. Entiendo que en esencias todas las personas queremos lo mismo: paz interna, serenidad y al menos cada tanto: destellos de felicidad. En términos psicológicos nuestra propia sombra interna, esas partes oscuras que una vez encontradas pueden contribuir a liberarnos de tantas falsas percepciones.
Luego seguimos con la cena improvisada sin que la charla perdiese su ritmo.
De allí nos fuimos por la incógnita de todas las inquietudes espirituales que en realidad –por inaudito que parezca- se plantean a través de la mente, cuya frase simbólica es “todos somos uno” pero son escasos quienes pueden reconocer que el ego no galopa en su plexo solar cuando su personalidad queda diluida en un contexto. Las plataformas sociales en las redes comunicacionales contribuyen a que estemos conectados sin olvidar que ponen en jaque hasta al más sereno de los espíritus, si acaso aún no se ha visto cara a cara con su propio yo. Porque el miedo a quedar “afuera de” supongo que es tan básico en nuestras raíces humanas como el pánico que suscita la soledad. ¿Pero cómo podríamos quedar fuera de nosotros mismos?, ¿Podría esa identidad que suponemos ser, quedar desamparada de nuestra propia consciencia?, ¿Quién es aquél o aquélla que dice ser el “Yo”?
Para los postres intentamos enfocarnos en el lenguaje, siempre desde análisis espontáneos, surgiendo el acuerdo de que todo tiene un modo de comunicarse y que el hecho de asimilarlo como la síntesis de “todo se expresa” abrió una brecha hacia la comprensión de que todo es previo al lenguaje mismo por cuanto cualquiera sea éste es el resultado de un hecho anterior. En términos más simples podemos tomar el ejemplo de saludar con una mano. Es un gesto que expresa algo que todos podemos entender, pero fue posterior a un pensamiento que tuvo quien saludó. El aroma de una rosa es un lenguaje cuyo origen está en la semilla de esa planta.
Como esto es tema para varias rondas de té, mate o café (hasta de algún rico chocolate caliente), ha quedado para continuar en próximos encuentros.
Cuando vamos andando nos vamos dando cuenta de qué nos pasa, qué queremos, por qué demoramos tanto en elegir pensar bien, cuál es el motivo por el que no llegamos a entender que es más fácil convertirnos en vehículos para que transborde la conciencia que en meros depósitos de memorias dolorosas.
Vivo con la libre convicción de que una obra auténtica procede de su creador y quien está ante la presencia de dicho arte percibe su energía incluyéndose aquí a todo tipo de artista que es capaz de aceptar la libertad que le otorga lo creado: un postre, un cuadro, una cirugía, un canto, un poema, un cultivo de flores, así como la lista que puede completar quien esté en la misma sintonía que privilegia la importancia de lo auténtico de “Ser Tú”.
Habrá muchos más encuentros y seguiremos compartiendo el camino que somos.
Con Amor,
Graciela González
www.facebook.com/oasisdelalmakhristael


En Agosto: Obsequio de otro libro electrónico. El número 4 en la red. Estén atentos, ya les informaré.
Temas: Conciencia, despertar, el camino, tiempo, éxito, destino, arte, música, números y más...

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