Soltando.

Sin anclas.

Si la vida te sorprende con halagos en el mar de tus ilusiones, procura no descuidarte dejando caer el ancla. Allí donde se lance, hará que tu viaje se detenga y terminarás creyendo que tu existencia es un elogio.
Si una mañana te despierta la abundancia en el océano de la escasez; evita que el ancla te demore en el andar, haciéndote pensar que puede eternizarse tal proceso.
Si el amor humano te alcanza alguna noche en medio del lago de tus esperanzas, no arrojes el ancla porque las emociones jamás se quedan en las mismas aguas.
Si la salud te provoca trastornos poniendo en jaque tus proyectos a futuro, no será el ancla quien te detenga en ese punto sino tu falta de práctica en el uso de los catalejos. Verás que hay otra orilla con mejores paisajes.
Si encuentras tu propio talento y es aquél capaz de iluminar como un faro la travesía de los viajeros, no lo amarres de sus pies a un ancla porque sino la ruta sólo será en círculo vicioso.
Toma de la vida la conciencia del renacer cada día, recordando que las anclas sólo se utilizan para detener el barco.
Y seguimos día a día,
en compañía de esta peregrina:
Graciela González




En Agosto: Obsequio de otro libro electrónico. El número 4 en la red. Estén atentos, ya les informaré.
Temas: Conciencia, despertar, el camino, tiempo, éxito, destino, arte, música, números y más...



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