Y qué con la soledad...

Soledad.

En ocasiones, es posible percibir un espacio de aparente silencio que conecta al ser cotidiano con la orilla de un abismo emocional, que puede reconocerse rápidamente como un sentimiento, como una claro archivo de memorias ancestrales que recuerda el miedo a la soledad.
Resulta poco casual que uno de los castigos usado por distintos pueblos en variadas etapas de este proceso humano haya sido (y sea aún) el aislamiento incluso el destierro.
Somos seres emocionales padeciendo la incomprensión del silencio por falta de conocimiento acerca -vaya paradoja- del valor liberador del silencio interior.
Hechos todos de la misma materia prima; de esa energía inconmensurable, incomprensible e ilimitada; tenemos que arribar un día a la comprensión interior de que somos portadores de la completa belleza que otorga la Gracia aunque devenidos buscadores eternos de tal riqueza en la manos de otros.
La soledad es tantas ve
ces la mejor Maestra de ocasión.
Con Amor,
Graciela González
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