El Tiempo

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El Tiempo - 1




     He detenido mi viaje del día frente a una amplia ventana que nos separa. De un lado, una lluvia dueña de una obra de arte y del otro, mi existencia contrastando.
  El agua repica sobre un alero; comienza, termina, retoma, duplica…
  No encaja con tiempo alguno que pudiese medir; lleva su ritmo, tiene su voluntad. Cruzando el cristal un reloj remarca el sonido de su mecánica labor.
  Las hojas de los árboles deslizan agua, en tanto las de mi cuaderno líneas de tinta con formas de letras. Afuera hay viento, ladridos de perros, frondas agitando la exuberante primavera; un aroma de jazmines que se mezcla con el alma de la tierra mojada y los pájaros que siempre actúan en este teatro, zambulléndose en un charco del jardín.
  Al otro lado del vidrio, que no es más que la metáfora de todo aquello que separa, mis ideas siguen buceando en un mar de agua salada que porta mi cuerpo.
  Danzas interminables las de mis pensamientos.
  Así lo atestigua la impulsiva energía que no acaba de aquietarse; que todo lo conecta en su incansable movimiento. Resulta muy largo el camino del peregrino que busca su libertad, una vez que se ha perdido. 
  Porque en cada imagen hay un sueño, porque cada sueño es una embriagante confusión sin que resulte clara la presencia que se agita como un yo, cuando todo, al otro lado de la amplia ventana que nos separa, parece explicar, sin más rodeos, que somos nada en un cuerpo que se abraza a un fantasma, a un recuerdo de sí. Una reminiscencia recreada por unos ojos que ya no ven pero sirven al pensamiento reclutando más y más imágenes, así como todos sus devotos sensores, en el extenso territorio del cuerpo le acercan cuanto perciben.
  La lluvia ha cesado y su repentino silencio desconcierta mi instan-te. Ni siquiera hubiese sabido que allí estaba de no haber sido por la ventana. No puedo saber qué fue que me hizo detener los pensamientos habituales para explorar el viaje del recuerdo de mí. Quizá fue el ruido del mecanismo del reloj apagándose en mi mente, a medida que crecía el repiqueteo del agua sobre el alero, libre, sin principio ni final.
  Y el tiempo cambia como nuestra mente…
  Un momento el frío y al rato el sol. Una idea y de pronto un objeto.
  Un cálido sol iluminó la mañana del jardín mostrando creativos paisajes sobre las baldosas decoradas con todo cuanto trajo el viento hasta allí y la calma también llegó hasta mi entreverado proyecto de trabajo, que se sintonizó con la Naturaleza. Todo es a imagen y a semejanza de sí mismo, de allí que la paz pueda o no estar con tu espíritu.
  Encendí la computadora y entre tanto se conectaba con la red, visité el fondo de la casa que es –por absoluta lógica- la zona opuesta al jardín; así como mi mundo interior es la cara complementaria de mi aspecto exterior, resultando por lo general que lo que vemos de todos nosotros es la manifestación explícita de aquello que internamente le da origen.
  Es fácil deducir que el viento habría afectado el fondo de igual modo que el jardín, especialmente si se tiene en cuenta la presencia de varios árboles que conviven por allí. Lo cierto es que no encontré vestigios del arremolinado carácter climático de aquella madrugada, resultando que la metáfora emerge como reflejo de las conductas humanas: el viento sacó del fondo a la superficie, todo aquello que era fácilmente desprendible (hojas y flores) a fin de no acumularlo y de brindar la oportunidad a los brotes, de practicar su experimentación de vivir. 
  Así, un nuevo viento entremezclando todo se hizo presente. Pero esta vez, la energía creadora del enredo es la imagen de la propia naturaleza humana cuando siente que se quedó sin guía o certezas, estado que solemos reconocer como la desorientación. Una de las cosas que más afectan al ser es mentirse a sí mismo. Y no existen las maldiciones o deformaciones derivadas de ellas a modo de castigo, sino la propia conciencia resolviendo. Cuando el alma se constituye de ilusiones, dará por resultado un corazón de fantasía y tarde o temprano remitirá al ser a su real constitución material más no le devolverá su memoria del origen espiritual.

(C) 2017 - "El Juicio del Alma" fragmento del Capítulo 6 -
Graciela González - Grace


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