Siendo el 2016

Ser y hacer el 2016

Los sentimientos van surgiendo segundo a segundo allí donde nos encontramos cada vez; desde nuestro hogar, nuestro lugar de trabajo, una plaza, un transporte hasta un lugar de vacaciones, un espacio de conflicto, un evento de nacimiento o el duelo de la muerte. Cada gesto, cada pensamiento, toda intención así como todo deseo nace de nosotros y crea el mundo total que habitamos, aunque olvidamos en general que somos los creadores aun de la realidad en apariencia remota.
Esos celos por una pareja, por los bienes de otro, por los logros que alguien alcanza generan una energía que requiere ser plasmada en algún lugar. Una parte va al cuerpo físico del emisor, el resto a la sociedad que la recibe como destellos de ira.
Esa ansiedad por obtener cosas, méritos, por vivir aceleradamente la vida, por querer tener siempre razón; también fabrican una dosis extraordinaria de una fuerza que se codifica como enfermedad en el cuerpo y se irradia como violencia entre los humanos.
La falta de generosidad, la mezquindad dirigida al atesoramiento de la tonta idea de que seremos inmortales, porque sólo se mueren los otros -según nos imaginamos-; conducen al caos de la ignorancia, a la patética hipocresía de señalar culpables de todos los males a nuestros espejos sin jamás hacernos cargo 100% de cada propio pensamiento diario.
En un acto de verdadera constricción invito a que revisemos eso que estamos pensando en este instante, el sentimiento que nos viene acompañando hoy, los deseos que imaginamos que están separados de consecuencias sociales. Volvamos a mirar en nuestra mente al vecino, a los niños de los otros, a los compañeros de estudio o trabajo, a la familia biológica o de hecho que estemos compartiendo y verifiquemos si acaso nos hemos dado cuenta de que una parcela de nuestra mente fabricando conceptos y conclusiones es una pieza inseparable del mapa de toda la Tierra.
Podemos procrear aquéllo que somos como semilla.
Graciela González.
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