El Ser y el Número

La esencia en los Números

El hábito de separar todas las cosas hasta diferenciarlas lo suficiente y hacerlas desconocidas entre sí, es una práctica que los humanos hemos realizado desde que tenemos memoria.
Así es como todo tiene un status o nivel de importancia, según sea la escala de valores de cada individuo: la cual –sin duda alguna- responde a su vez a los diferentes parámetros con que realiza tal apreciación. Por ejemplo, para la Programación Neurolingüística, estas percepciones estarían basadas en “patrones de creencias” y éstos son como los “moldes”  que sirven para repetir una conducta. Entre las múltiples actividades de separación, una muy común es la de rechazar todo análisis referido a cualquier tema que provenga de personas con capacidad de seguir sus intuiciones sumada a una fuerte impronta creativa.
Esto se debe, sin duda, al tipo de educación que se recibe siempre en el marco de consignas estructuradas por los sistemas educativos, para transmitir los conocimientos de manera similar a todo tipo de alumno, sin que la creatividad, precisamente, juegue un papel preponderante por las razones que se derivan naturalmente de este método, ya que los educadores no han sido capacitados para actuar en la diversidad de ese recorte social llamado “aula” lo cual podría continuarse al mejor estilo fractal de la educación desde sus remotos orígenes.  Muchos alumnos y poco tiempo como para que los niños, adolescentes o adultos inquietos obtengan una respuesta a sus preguntas genuinas que nacen incluso más allá de los datos acumulados.  Para eso es necesario fomentar la expansión de ciertas estructuras del pensamiento que abre las puertas al hemisferio derecho del cerebro, para que intente explorar el arte universal (holístico) en donde todo lo creado se vincula entre sí sin que nada quede librado al azar. Esto no implica la escisión entre conocimiento y arte sino muy por el contrario, el ensamble permanente.
Esta es la era en la que se llega a la comprensión final de que todo está conectado, haciendo posible que cada manifestación humana sea comprendida desde diferentes áreas del conocimiento. El ser es una totalidad que como tal comprende una energía, un cuerpo físico o materia con sus átomos, partículas, cuerdas o como se prefieran clasificar; sensaciones, percepciones, así como un archivo o registro de sucesos en el alma, en el inconsciente o en el ADN que –en definitiva- pueden calificarse y cuantificarse mediante la representación numérica. Cualquiera sea el área que analicemos, los números participan. 
Con sólo observar el entorno que nos tiene ocupados a cada instante, notaremos que ellos están por todas partes de manera explícita: la hora del reloj, el número de página, los gramos de un producto, la cantidad de dinero, los días que transcurren, la edad, el documento de identidad, resultando de tal modo imposible imaginar algo que no se exprese en números. Ellos, a su vez, son representaciones simbólicas de algo aún más esencial como es la causa y razón de todas las cosas, el motor que imprime el movimiento al universo y aún si hablamos de Dios sabemos que se lo simboliza como “Uno”, haciendo alusión a la condición de primero.
El siguiente enfoque lleva sin más demora a la Geometría cuya palabra –incluso- no llega a abarcar la noción que implica comprender que todas las formas del universo al que como humanos nos referimos, mantienen una armonía y el número es la síntesis que las representa. Aún con distintas apariencias, los humanos estamos hechos de las mismas cosas y éstas mantienen las sagradas formas geométricas cuyos números también nos identifican.
Los últimos descubrimientos de la ciencia Física y Astronómica manifiestan el hallazgo de las “ondas gravitacionales” a las que aludía Einstein, que se constituirían en verdaderas huellas por donde la existencia ha ido y sigue transitando. Esas ondas pueden ser medibles así como cuantificables. Representarían algo así como caminos en donde todo ha quedado escrito de algún modo tanto como  sigue sucediendo en la actualidad.
Esto quiere decir que nuestra vida escribe su propia historia quedando registrada más allá de las fotos, los libros y las memorias de los demás.
Luego, si consideramos que el Tiempo es sólo un despliegue en forma lineal a consecuencia de la percepción humana validado como pasado presente y futuro; nos encontramos imaginando nuestra experiencia humana  relacionada a una de estas ondas gravitacionales, siendo los tres tiempos a la vez al momento de nacer. Tal vez el lenguaje cósmico sea el código binario, quizá el sonido sea el elemento de coherencia pero lo cierto es que el lenguaje común entre la matriz universal y nosotros es el Número como expresión más pequeña de las grandes Ciencias que lo emplean; incluso los alfabetos de cada cultura, a la vez, no sólo se constituyen de letras sino de valores numéricos para cada una de ellas por lo que tanto puede representarse una fórmula matemática con letras como nuestra propia identidad traducirse a los valores numéricos respectivos.
Si bien este no es el enfoque total de la Psiconumerosofía, se aproxima y mucho a la comprensión del ser en cuanto a que cualquiera sea nuestra ocupación o profesión, cada existencia se inscribe en un espacio-tiempo que puede ser analizado a partir del Número, quien jamás nos excluye porque en todo caso, es la representación de lo que nosotros calificamos.
Graciela G. Khristael    2/7/2013  Re-editado 14/6/2014
psiconumerosofia@gmail.com

A continuación les dejo algunos videos sólo a título complementario, para que –como es mi costumbre- ustedes puedan elaborar pareceres propios.

Cosmología, Las Leyes del Tiempo

Ecos del Big-Bang space

Ondas gravitacionales, Un cambio de Era

Ondas Gravitacionales- Explicación de Físico











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